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A vueltas con la mariconez

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  • A vueltas con la mariconez

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    Maria concursante de Operación Triunfo.

    Que un miércoles por la noche miles de hogares subieran el volumen de su televisor para escuchar si dos concurstantes de Operación Trinufo cambiaban una letra de Mecano no es ninguna estupidez

    Por Laura Pérez Concejala de Feminismos y LGTBI del Ayuntamiento de Barcelona

    Si por algo ha estado marcada esta semana la agenda en redes sociales es, sin ningún tipo de dudas, por la polémica ya conocida como “mariconez”. María Villar, una de las concursantes de Operación Triunfo 2018, manifestó su incomodidad al tener que interpretar Quédate en Madrid, de Mecano, porque en su letra decía “mariconez”, término que le parecía muy homófobo, y proponía cambiarlo por “estupidez”. Este cambio no se pudo dar por la negativa del autor de la canción, José María Cano, a la petición de María y de Miki, su compañero de actuación.

    Mecano fue un grupo fundamental en los años 80, y, seguramente, sin Mecano, o sin Alaska y los pegamoides o Radio Futura, por ejemplo, no entenderíamos la historia musical de este país ni el profundo cambio cultural que sufrió durante esa década. Estos grupos fueron agitadores y referentes para muchas personas de una generación que quedó marcada por esos años de explosión cultural, rebeldía y liberación.

    Sin embargo, todo producto cultural y, por lo tanto, todo producto musical, es hijo de su tiempo, y todo cambio político viene precedido por un cambio cultural previo. Gracias a las luchas colectivas llevadas a cabo a lo largo de todos estos años hemos ido consiguiendo los derechos que hoy tenemos y nos hemos cuestionado aspectos que parecían “normales”. Si hoy viésemos algunos anuncios o algunas películas de los 90, nos echaríamos las manos a la cabeza por el trato que reciben las mujeres y las posiciones que les tocaba asumir. Para que esto suceda, para que esos anuncios de los 90 ya no los veamos hoy en la televisión, hay un gran trabajo previo que consiste en concienciar y en activar un cambio de mentalidad que, también se acaba materializando en leyes.

    Del mismo modo, la polémica puesta encima de la mesa esta semana tiene que ver con la capacidad del lenguaje para ordenar el mundo que nos rodea. El lenguaje puede invisibilizar o menospreciar (o todo lo contrario, destacar y ensalzar) actitudes o colectivos. Que en la televisión se hable de esto habría sido impensable hace tan solo quince años. Pero hoy sí, hoy estos debates tienen cabida gracias a todo el terreno cultural y político conquistado por la ciudadanía en general y, en particular, durante los últimos años, por el feminismo y la lucha del colectivo LGTBI.

    Más allá de esta polémica concreta por la canción de Mecano, creo que es muy oportuno y más que necesario el debate que se ha suscitado gracias a ella. Decía Bob Pop en una aplaudida reflexión que estamos eligiendo mal las batallas y los referentes. Creo que no es así. Las victorias en la batalla por el sentido común comienzan siempre en lo más banal y cotidiano, donde menos se espera una politización, un conflicto. En un talent show, por ejemplo.

    Que un miércoles por la noche miles de hogares subieran el volumen para escuchar qué cantaban finalmente Miki y María no es ninguna estupidez. Significa que dos triunfitos consiguieron que miles de personas pensaran y discutieran si las dinámicas de poder se dan, se reproducen y se perpetúan mediante el lenguaje y si cambiarlo es un primer paso para realizar el cambio profundo que nuestra sociedad merece.

    La expectación sobre qué letra cantarían María y Miki se resolvió en el momento en que mantuvieron “mariconez” siguiendo las directrices del programa, pero el joven público sorprendió coreando “estupidez” al acabar la canción. He ahí la importancia de la cuestión: el debate decisivo no es el que se dio dentro de la academia, sino el que se está dando fuera.
    Entre una generación que ve Mecano con los ojos de su juventud y unas generaciones que comprenden que, aunque no fuese escrita con la intención de devaluar o de menospreciar al colectivo LGTBI, la palabra en sí es hoy día una palabra homófoba. Miki y María no sólo nos brindaron una interpretación, también nos dieron un toque de atención: aún queda mucho por hacer para erradicar la LGTBIfobia.

    Fuente: https://www.lavanguardia.com/opinion...o-ot-2018.html
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