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Científicos de Barcelona abren una vía para conseguir una vacuna que cure el sida

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    Científicos de Barcelona abren una vía para conseguir una vacuna que cure el sida
    Un preparado diseñado a partir del virus del propio paciente permite ya reducir en un tercio la cantidad de VIH que hay en el cuerpo del infectado. El desarrollo de esta línea de trabajo evitaría la medicación de por vida.FERMÍN APEZTEGUIA/

    Josep María Gatell, líder del equipo investigador. [DIARIO MÉDICO - RAFA M. MARÍN]

    Fuente: diariovasco.com


    Siete centros fundan la Red de Investigación en Sida de España
    ANÁLISIS por David Dalmau, del Instituto de Microbiología de la Universidad de Laussanne. Cabe la esperanza


    BILBAO. DV. La lucha contra el sida abrió ayer en Barcelona una nueva puerta a la esperanza. Un equipo de científicos de la ciudad ha logrado diseñar una vacuna capaz de controlar en parte el desarrollo del virus de la inmunodeficiencia humana. El trabajo, que publica esta semana la reconocida revista científica 'Journal of Infectious Diseases', la más prestigiosa en el campo de las enfermedades infecciosas, permite consolidar una nueva vía de investigación centrada en la búsqueda de remedios que curen la enfermedad. El grupo catalán ha dado ya con una fórmula que reduce en un tercio la cantidad de VIH presente en el cuerpo del infectado.

    «Lo más importante de todo es que hemos abierto una vía de investigación, la de las vacunas terapéuticas, en la que muy poca gente creía hace tan sólo uno o dos años. Ahora esa línea de trabajo está bien consolidada y habrá que ver a qué ritmo somos capaces de avanzar». El especialista Josep María Gatell, líder del equipo investigador y jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas del hospital Clínico de Barcelona, resumió ayer así la importancia del paso que se ha dado. «Sabemos que es viable, segura y que los pacientes la toleran bien. Nos queda mejorar el preparado».

    40 millones de afectados

    La búsqueda de un remedio eficaz contra la enfermedad que ha infectado ya a cuarenta millones de personas en el mundo tiene, como en todo tipo de antídotos, al menos dos vertientes. Las vacunas preventivas son aquellas que evitan que las personas sanas enfermen. Las terapéuticas, como la que se busca desde el grupo de Barcelona, funcionan al revés. Sirven para que los enfermos sanen. En el caso del VIH, el objetivo se centra en conseguir un preparado capaz de fortalecer el sistema inmunitario de tal modo que las defensas naturales puedan eliminar el virus del organismo.

    El trabajo desarrollado en los últimos años por el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Idibaps) del hospital Clinico está en la línea de otro de similares características dado a conocer a finales del año pasado por el investigador francés Jean-Marie Andrieu. Los dos se han llevado a cabo de manera paralela, aunque el del país vecino se hizo con 18 pacientes en lugar de 12 y con seropositivos que todavía no habían probado medicación antirretroviral alguna. Esta circunstancia contribuyó a que allí obtuvieran mejores resultados. En ambos casos, los estudios, aunque esperanzadores, deben continuar y pasará presumiblemente largo tiempo antes de que sus resultados puedan ser aplicados en los pacientes.

    Remedio a la carta

    El proyecto de vacuna presentado ayer se basa en un tipo de células llamadas dendríticas, que tienen la misión de alertar al sistema inmunológico de la presencia de posibles infecciones. Cuando detectan una sustancia extraña, como por ejemplo un virus, la captan y la procesan, identificando sus partes más importantes. «A continuación, emigran con ella a los ganglios linfáticos -uno de los reservorios naturales del VIH- y la presentan a los linfocitos T4, que son las defensas humanas. De esta manera, si todo funciona como debe, se activa el sistema inmune», explicó Gatell.

    El antídoto de Idibaps está elaborado utilizando virus inactivo de cada paciente como antígeno, es decir, como la sustancia capaz de hacer reaccionar al sistema de defensas. El preparado puede considerarse como un remedio a la carta, porque también contiene células dendríticas del afectado. Una muestra de sangre del seropositivo permite obtener unas células llamadas mononucleares que, debidamente cultivadas en el laboratorio, se convierten en dendríticas. La vacuna se inyecta luego junto a la axila para que, cuanto antes, llegue a los ganglios linfáticos y se activen las células T.

    La investigación ha estado dirigida por la inmunóloga Teresa Gallart, que conocía la técnica por su aplicación en el campo de la oncología y creyó posible su traslado a la lucha contra el VIH.

    «Cuando lo propuso hace años, todos lo vimos con cierto escepticismo, porque parecía una apuesta factible desde el punto de vista teórico, pero con un riesgo importante», reconoció José Alcamí, director del laboratorio de Inmunopatología del Sida del Instituto de Salud Carlos III, que ha colaborado con el estudio. «Queda camino por recorrer, pero se ha hecho un trabajo titánico», afirmó
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