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El primer domingo del mayo de 1985 (segundo escrito)

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  • El primer domingo del mayo de 1985 (segundo escrito)

    (por alguna razón los padres recordamos esta fecha igual que recuendan el cumpleaños de su hijo) mi hijo de 19 años me pidió que nos encontraramos en el Golden Gate Park pues tenía algo importante que decirme.

    Después de correr ocho millas alrededor del campo de Polo (más tarde me confesó que estaba aterrorizado por decírmelo) y comimos nuestra merienda, me enseñó su periódico de poesía.
    Todas las páginas estaban llenas de frases como "que le jodan a todo el mundo" y "¿que importa?". Estuvimos sentados silenciosos antesde que le preguntara si había algo más.
    "Sí" dijo, bajando su cabeza.
    Silencio.
    "¿Eres gay?" - le pregunté.
    Todavía no sé porqué lo dije pues realmente no sospechaba que pudiera ser gay. No cumplía con ninguno de los estereotipos gays. Era atlético y no efeminado. En último caso hubiera pensado que mi otro hijo (heterosexual) sí podía haber sido gay porque parecía el más "sensible" de los dos.
    El primero comentario que hice fue, "Pero tuviste novia..." él dijo que nunca estuvieron muy encariñados.
    "¿Lo sabes desde hace algún tiempo, no?" - me preguntó.
    Pero no lo había sabido. ¿Cómo podría haberlo sabido? ¿Sólo porque le gustaba cocinar y limpiar la casa?
    Tras un tiempo empecé a comprender porqué estaba seguro de que lo sabía. Es algo que él siempre fue. Ser gay está en cada hueco de su ser. Si yo de repente le hubiera dicho a todo el mundo que soy una mujer, también hubiera dicho "¿Lo sabes desde hace algún tiempo, no?".
    También empecé a darme cuenta de que entre gays y lesbianas hay tantas diferencias y variedades como entre la gente heterosexual. Los estereotipos son lo que vemos en la tele y en las revistas - el hombre con un vestido (a veces también lleva vestidos pero esa es otra historia), y la mujer con un vestido de hombre. Son todo posibilidades, pero hay hombres gays que son jugadores de fútbol y lesbianas que llevan tacones altos y maquillaje.
    Ójala hubiera podido expressar su orientación a una edad más joven. Cuando le dije que le quería, él suspiró de alivio y dijo, "Ahora puedo bajar mis hombros. Ahora puedo subir mi voz una octava" Esto me entristeció más que todo - que él también estaba atrapado en la creencia estereotipada - que si se atrevía a relajar su postura o aumentar el timbre de su voz, entonces todo el mundo sabría que es gay y sería insultado. Espero que aprendamos que nuestros hijos tienen identidades únicas y variadas y que tenemos que quererlos no por estas variaciones sino por lo que son. --<A href="mailto:Laursiegel@aol.com">Laura Siegel
    Lo expuesto en este texto como comentario es una expresión personal carente de intención vinculante. Únicamente un ejercicio del Derecho de expresión personal en libertad. Una opinión más. Sin más y sin menos.
Trabajando...
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