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En los 90 fundó el Telèfon Rosa. Ahora lucha por hacer barrio ...

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    Álex Giménez: «No edifiquemos nada que no sea imprescindible»

    Hablemos de arquitectura.
    Lo primero que le diría es que en este país falta una reflexión profunda sobre las estructuras profesionales.

    -¿En qué sentido?

    -Muchas de las iniciativas que se proponen en la calle, en clave 15-M, son aplicables a los ámbitos académicos y profesionales. No me gusta el papel que hace mi colegio profesional: se ha convertido en un animal muy lento, que no me representa y que no ayuda a la sociedad. Es un gremio medieval hipertrófico, es proteccionista y excluyente.


    -¿Qué papel tienen los arquitectos hoy en día?
    -Estamos en barbecho. Nos toca hacer un ejercicio de contención, contracción y reducción. Creo que ese ejercicio, en realidad, nos va bien porque así pasamos del ámbito personal -reciclar, reutilizar, reducir- al ámbito de la ciudad. Es decir, no deberíamos edificar nada que no sea imprescindible y, sobre todo, no hagamos nada antes de haber acabado con todas las posibilidades de reciclaje, reutilización y reducción de lo que tengamos.


    -Es un cambio de mentalidad.
    -Y cuesta mucho cambiar ciertas inercias. Los políticos usan la arquitectura como visibilizadora de su poder. Está mal visto que un político se vaya y no haya construido nada. ¡Ahora debería ser todo lo contrario! No es momento para la amputación y el derribo. La ciudad no es una hoja en blanco. Nos toca construir barrio: ver en cada barrio qué intervención mínima, y con los recursos justos, puede conseguir activarlo y aprovechar las sinergias existentes.


    -Eso es trabajo de proximidad.
    -Y en eso hemos fallado.


    -Es profesor de la ETSAB.
    -Le aseguro que los arquitectos somos muy buenos creando, pero ahora no somos necesarios en esta faceta. Lo que tenemos que hacer es reinventarnos. Mi trabajo es que los políticos se gasten el poco dinero que tenemos donde realmente toca.


    -No es fácil.
    -Alguien se ha cargado consciente y malévolamente algunas de las fibras más importantes del tejido social y urbano y ha sacado buen provecho personal. Sé que me meto en un terreno que no es el mío, pero cuando veo que la macroeconomía afecta a la sanidad o a la educación, entiendo que la escuela se pare y nos preguntemos qué está pasando. No es que no tengamos las herramientas para hacer las cosas, tenemos las estructuras democráticas y no se trata de ejercer de ideólogos salvadores o de mesías revolucionarios. No estamos para fascismos.


    -¿Qué más hace?
    -Un montón de cosas. Ejerzo de barcelonés.


    -Perdón...
    -Hago un ejercicio de antihipercrítica barcelonesa. Basculamos entre el cofoïsme y la mala leche, y yo me encuentro, de repente, defendiendo mi ciudad ¡entre los míos!: los turistas son como nosotros. Llegan a Barcelona ilusionados porque les hemos dicho que es una ciudad increíble. Demonizarlos o ponerles cara de perro no es correcto. Hay que recibirlos con cariño y cuidarlos.


    -Supongo que la gente se queja de que la ciudad es cara.
    -¡Somos nosotros! Son mi señora Rius de la cafetería o mi señor Hassan de la tienda los que subimos los precios, no los turistas. Hay maneras de regularlo. Campañas como Queremos un barrio digno me indignan. La dignidad no se pide, se ejerce.


    -En 1991 fundó el Telèfon Rosa.
    -Con otros compañeros de la Coordinadora de Gais y Lesbianas fundamos el Telèfon Rosa de ayuda a gais y lesbianas y de prevención del sida. ¡No había internet! Y era una época en la que íbamos a un funeral cada semana. La gente se preguntaba lo que se podía hacer y lo que no. Contratamos una línea, hicimos protocolos de respuesta, montamos seminarios y talleres de sexo seguro. De lunes a viernes trabajábamos de 16.00 a 20.00 horas. Y luego conseguimos una subvención para convertirlo en una línea 900. El dinero nos lo dio el conseller de Sanitat. Ahora es el alcalde de Barcelona. El número es el 900 601 601.


    -Y estudiaba arquitectura.

    -Sí, dejé el activismo porque tenía que acabar la carrera.


    -Siga, por favor.

    -¿Lo último? Me he hecho vegano y hago mucho deporte. Un amigo me llenó el buzón del mail de vídeos de granjas y me dije a mí mismo que yo no quería ser parte de todo ese sufrimiento. Ni siquiera soy capaz de comerme un cefalópodo. ¿Sabe que las sepias son travestis?




    Fuente:Álex Giménez: «No edifiquemos nada que no sea imprescindible»
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