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- Conocido como 'gay panic defence' sigue vigente en algunos Estados
- El 'gay panic defence' ha permitido alegar estado de locura temporal
Recién derogada en el Estado de Queensland, asesinar a una persona homosexual alegando pánico sigue siendo un atenuante en Australia Meridional. Conocida como gay panic defence, la norma da la posibilidad de que el asesinato de una persona gay acabe siendo juzgado como homicidio involuntario provocado por el pánico que la persona de esa tendencia sexual producía en el agresor.
Como ejemplo, el caso de Wayne Ruks, asesinado a golpes a los 45 años por un grupo de personas que acabaron condenadas por homicidio involuntario al declarar que el temor de un posible acercamiento sexual les había llevado a matarle. Fue el cura del patio de la iglesia donde ocurrieron los hechos (Maryborough, 2008) quien inició la petición para derogar la norma del Código Penal que alberga ese atenuante.
La ministra de Justicia de Queensland, Yvette D'Ath, ha declarado tras la derogación, según publica The Objective, que "el código penal de Queensland no debe aceptar la violencia contra la comunidad gay, o contra toda comunidad. [...] El voto de esta enmienda envía un mensaje importante, según el cual la discriminación no es aceptable, y muestra que protegemos la comunidad LGBT (homosexuales, lesbianas, bisexuales y transexuales)".
El gay panic defence ha permitido alegar estado de locura temporal como justificación del asesinato a una persona por ser ésta homosexual y provocar pánico en el agresor. Esta justificación ha hecho del homicidio un homicidio involuntario en varios casos con el telón de fondo de la defensa propia y se ha aplicado en Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido y EEUU al considerar que matar a un homosexual por ese motivo es menos grave.
En Australia, el primer estado en abolir la norma fue Tasmania en 2003. Le siguieron Victoria en 2005, Australia Occidental en 2008 y ahora Queensland. Es Australia del Sur el único que no ha abolido o reformado esa norma.
Fuente: http://ecodiario.eleconomista.es/int...asesinato.html
