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Bruno Bimbi: "En el fútbol hay muchísimos gais"

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    El periodista y activista por los derechos LGTBI publica el libro 'El fin del armario.

    Lo dijo Bolsonaro en su carrera a la presidencia: "Estos rojos van a tener que elegir entre la cárcel y el exilio". Su ascenso al poder fue el detonador para que muchos activistas LGTBI decidiesen marcharse. Bruno Bimbi (Buenos Aires, 1978), que había sido la mano derecha de Jean Wylys, luchador por los derechos de los gais y uno de los políticos más odiados por Bolsonaro, fue parte de ese exilio.

    El periodista vive ahora en Barcelona y en su nuevo libro, 'El fin del armario' (Anaconda) traza y reflexiona sobre los logros alcanzados por el colectivo, o lo que es lo mismo, los logros alcanzados por nuestra sociedad.

    –¿Se puede decir realmente que ya no existe el armario, la ocultación de la propia condición, para el colectivo LGTBI?
    –Hay que mirarlo así. Si lleváramos a un homosexual del siglo XVII en una máquina del tiempo hasta el siglo XIX, este encontraría que hay cambios en la indumentaria, en la música e incluso en la tecnología, pero la situación de las personas homosexuales sería la misma. En dos siglos no habría cambiado nada. La relación con la familia sería imposible, la amenaza de ser asesinado o preso sería igual de potente y la posibilidad de vivir una vida normal con tu pareja, imposible.

    –Claro, eso sí ha cambiado.
    –Y ha sido en apenas medio siglo. Si hiciéramos el mismo ejercicio con un homosexual de los años 70 el cambio sería brutal. Y si además viniera a Barcelona, se encontraría con una ciudad en la puedes casarte con tu pareja, que tiene una alcaldesa bisexual, el primer teniente de alcalde es gay, al igual que el líder del PSC. Y lo mejor es que eso ni siquiera es un tema, no forma parte del debate o las campañas. A nadie le interesa. En los años 70 ni siquiera hubieran podido ser candidatos.

    –Pero no en todos los lugares del mundo sucede eso.
    –Hay tres importantes regiones en el mundo donde las vidas de las personas LGTBI son un infierno. Una es África, con la excepción de Sudáfrica. Otra, Rusia y todas las exrepúblicas soviéticas, donde se combinan la homofobia religiosa con la herencia del viejo estalinismo, a lo que hay que sumar el liderazgo de Putin, que ha utilizado el tema como arma política. La tercera región es Oriente Próximo, allí la homosexualidad está criminalizada y la población es profundamente homofóbica; con la excepción de Israel que tiene una de las marchas del orgullo gay más importantes del mundo.

    –Putin utiliza el discurso homófobo como arma política. Vox lo está imitando.
    –Sí, pero el discurso de Vox no cala en la población.


    "Vox no representa a una mayoría silenciosa, sino a una minoría odiosa"

    –El patido ultraderechista dice hablar a una mayoría que, en el fondo, no se atreve a asumir su homofobia.
    –Yo muestro que es mentira con datos de distintos sondeos de opinión muy serios, barómetros europeos que aseguran que la opinión pública española está más cerca de países como Noruega y Holanda, de lo que propugna Unidas Podemos.

    –Somos muy progresistas.
    –Cuando Vox dice que representan a la mayoría silenciosa miente. Ellos solo son una pequeña minoría odiosa.

    –Eso no ha ocurrido en el Brasil de Bolsonaro.
    –Allí el peligro es que cuando el discurso ultraconservador se instala en la agenda política, los partidos más progresistas retroceden por miedo a que si defendían el matrimonio igualitario o la legalización del aborto iban a perder votos. Pero las encuestas aseguran que la mayoría de la población brasileña no pensaba como Bolsonaro.

    –Incluso en una sociedad tan abierta como la España sigue habiendo un reducto tabú: el mundo del fútbol. ¿Dónde están los futbolistas gais?
    –Mucha gente cree que no hay gais en el fútbol, pero hay muchísimos, como en todos los sectores. El fútbol es un deporte en el que se exalta lo peor de la masculinidad. No porque el deporte en sí lo exalte, sino porque es la cultura que se ha impuesto en los clubes, en las hinchadas. En la cancha llamar a un jugador maricón es el peor de los insultos.

    –Para muchos adolescentes homosexuales sería estupendo que su futbolista favorito saliera del armario.
    –Eso es. Porque en ese caso, no es solo que una persona concreta salga del armario, es la sociedad entera la que sale con ella.

    –En este sentido, es bueno el ejemplo de actores y políticos.
    Las personas públicas son referencia. Yo cuento el caso de Charlie Carver, un actor de series norteamericano que se reveló como gay en Instagram con la frase: "Sé la persona que necesitabas que existiera cuando tú eras más joven".


    "La Iglesia es una máquina de
    producir homosexuales homófobos reprimidos"

    –Lo peor es no tener referentes, no conocer.
    –Ocurre que cuando frente al discurso de odio de Vox te enteras de que tu vecina, tu abogada, su sobrino o el gerente del banco son homosexuales, estos dejan de pertenecer a un discurso abstracto. No son perversos que quieren hacer daño a los niños.

    –¿Es lícito hacer 'outing', o lo que es lo mismo, sacar a alguien por la fuerza del armario?
    –A ver. Aquí hay opiniones para todo. Hay gente que dice que no hay que hacerlo en ningún caso. Personalmente creo que, por regla general, nadie tiene el derecho de revelar algo de la vida privada de alguien. Ahora bien, creo que deben existir excepciones en el caso de las personas homosexuales que manifiestan un odio profundo hacia ellos. En ese caso sí es lícito el outing.

    –Mucha gente piensa que en todo homófobo furibundo hay un gay reprimido.
    –Eso no es verdad. La inmensa mayoría de los homófobos son heterosexuales. De la misma manera que la inmensa mayoría de los racistas son blancos. Eso no quita de que pueda haber casos particulares y uno de los más evidentes es la Iglesia católica.

    –Eso va más allá de la represión individual.
    –Es una máquina de producir homosexuales homófobos reprimidos. Mi teoría parte de haber entrevistado a mucha gente. Desde sacerdotes hasta exseminaristas. En los pueblos –pasa mucho menos en las ciudades–, donde la inmensa mayoría es católica practicante, los chicos que se descubren como gais, se rechazan a sí mismos y se autoconvencen de que es pecaminoso. Su salida es meterse en la Iglesia como una vía de escape. Lo que terminaba sucediendo es que en el seminario se encontraba con otros jóvenes en su situación y aquello era una bomba de relojería.

    –¿Diría que la Iglesia tiene un grave problema con la homosexualidad?
    –Tienen un problema muy serio en relación con todo lo que tenga que ver con el cuerpo y el sexo, y eso hace que mucha gente enloquezca, sí.

    –En su libro habla de Georg Gänswein, el secretario personal del papa Ratzinger, conocido en el Vaticano como el George Clooney de la curia.
    –No tengo pruebas, claro está. Por eso relato la extraña relación con su secretario, que siempre ha estado al lado del Papa emérito y se ha retirado a vivir con él, de un modo un tanto irónico.

    –Con el papa Francisco es bastante crítico.
    –Soy argentino y por lo tanto, conozco su historia.

    –¿No es lo que nos han contado?
    –Jorge Bergoglio es quizá el político –sí, digo político porque lo es– más inteligente de Argentina, una persona muy preparada y brillante que ha logrado construir su leyenda en vida. Ha montado una imagen de sí mismo a partir del momento en que llega a ser Papa.

    "Cuando Bergoglio era cardenal, dijo en una carta que la ley del matrimonio igualitario era un proyecto de Satanás"


    –En esa construcción ¿entraría su relación con la dictadura argentina?
    –Con la dictadura tuvo una relación muy contradictoria. Es verdad que salvó vidas, pero hubo también personas a las que señaló. Él tenía ese poder.

    –Sus manifestaciones a favor de los homosexuales fueron muy tempranas en su pontificado.
    –Pero eso no tiene nada que ver con lo que hizo cuando fue cardenal de Buenos Aires. Entonces, llevó una campaña en contra de del matrimonio igualitario que estaba por aprobarse en Argentina, en cuya campaña yo actué como portavoz.

    Él, entonces, envió una carta a las monjas en la que decía, exactamente, que la ley del matrimonio igualitario era un proyecto de Satanás para destruir la creación de Dios y que luchar contra ella era una guerra santa.

    –¿Tiene alguna teoría para explicar su cambio de parecer?
    –De nuevo hay que hablar de su condición política. Él estaba convencido de que si apoyaba la ley , eso le iba a eliminar toda posibilidad de ser Papa. Aunque su autoconstruida leyenda diga que no le interesaba.

    Apuntes biográficos

    Hijo de padres perseguidos por la dictadura argentina–aunque cancelaron el exilio previsto para cuidar de una abuela–, Bruno Bimbi hizo el doctorado en Lenguaje en la Pontifícia de Río de Janeiro.

    Vivió en Brasil durante 10 años, trabajando junto al único diputado gay del Parlamento brasileño, Jean Wylys, que también abandonó el país con el ascenso de Bolsonaro.

    Su libro 'Matrimonio igualitario' (2010) relata la campaña que codirigió para aprobar la ley en Argentina. 'El fin del armario' sigue la evolución de los triunfos del colectivo LGTBI, tanto a nivel individual como colectivo.

    Fuente: https://www.elperiodico.com/es/cuade...s-gais-7887296
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