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Por qué los clubs de sexo gay siguen estando tan mal vistos (y no deberían)

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  • Por qué los clubs de sexo gay siguen estando tan mal vistos (y no deberían)

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    por Victor M. González

    Desmontamos mitos y prejuicios en torno a los clubs de sexo entre hombres. De hecho, el colectivo gay está liderando la liberación sexual de los heteros en todos estos aspectos.

    Charlamos sobre todo ello con Elena Requena, sexóloga y asesora de parejas, y con Gabriel J. Martín, pionero en España de la psicología afirmativa gay y autor de libros como 'Quiérete mucho, maricón'.

    Seguro que tienes algún amigo gay que frecuenta saunas o locales de fiestas temáticas en las que los participantes practican sexo lúdico con total naturalidad. Y seguro (o casi) que tu primera reacción al escuchar sus aventuras fue echarte las manos a la cabeza o quedarte con la boca abierta. Pero, ¿por qué los clubs de sexo entre hombres homosexuales siguen estando tan mal vistos, si el colectivo ha avanzado tanto en los últimos años en materia de visibilidad?

    No solo es una cuestión de homofobia (que existe, y mucho), sino de prejuicio hacia la liberación sexual en todos sus sentidos. Charlamos sobre ello con dos de nuestros expertos de cabecera: Elena Requena, sexóloga y asesora de parejas, y Gabriel J. Martín, pionero en España de la psicología afirmativa gay y autor de libros como 'Quiérete mucho, maricón'.

    Desmontemos el primer mito: los clubs o locales de sexo gay son lugares seguros para tener relaciones y pasarlo bien. "A pesar de los prejuicios que puede haber respecto de este tipo de eventos o espacios, suelen estar regidos por unos códigos y unos cuidados bastante determinados", explica Elena. "Sobre todo en cuanto a las fiestas temáticas. Quizás no es tanto así los locales, saunas o bares que comentas. Al final podemos encontrar un espectro muy amplio en el público que va a estos locales, y dependerá de lo que cada uno busque o cómo sean esos encuentros que hagan de ese escenario más o menos apetecible para cada cual", añade.


    El componente histórico


    Pero, ¿por qué son más comunes este tipo de espacios entre los hombres gais que en cualquier otro espectro? "El hecho de que estos encuentros se den en sitios con más o menos elementos de clandestinidad o anonimato es una cuestión histórica que se ha ido perpetuando, como cualquier costumbre a otros niveles, y que para algunas personas tendrá mucho sentido y para otras no, dependiendo de las circunstancias personales en las que vive la orientación del deseo", continúa.

    Dicho de otra manera: que muchos hombres gais se conozcan en lugares en los que el sexo está tan presente tiene un componente histórico que Gabriel explica así. "En el pasado, la causa de que tuviéramos relaciones solo en espacios sexuales era precisamente la homofobia. Por un lado, los únicos círculos seguros eran aquellos en los que interactuabas anónimamente de forma que nadie podía extorsionarte a posteriori, ya que nadie sabía quién eras".

    "Por otra parte, precisamente porque era imposible plantearse una relación estable con otro hombre, nos debíamos limitar a encuentros esporádicos", recuerda. Si haces memoria, la homosexualidad estaba perseguida en España hace no tantas décadas, y aún lo está en muchos países. "En el presente nos encontramos con una situación muy heterogénea puesto que tanto hay hombres que prefieren mantener su anonimato como hay hombres que acuden allí para tener sexo lúdico sin más compromiso que pasarlo bien en compañía de otros".


    La ¿promiscuidad? gay


    Gabriel lo resume con un "junta 'esporádico' con 'anónimo' y te sale 'cruising", que consiste en tener sexo con desconocidos en lugares semipúblicos o naturales. Alrededor de estas prácticas, la sociedad ha generado un estigma que impacta sobre todo en la comunidad gay: la promiscuidad. !Las relaciones que se salen de lo normativo tienen menos filtros a nivel social de lo que consideramos convencional. La idea de la promiscuidad será más o menos tolerada en según qué colectivo, debido a esa falta de costumbres asumidas culturalmente!, aporta Requena.

    "Me gusta señalar que, si entendemos el curso de la historia, no vamos hacia la promiscuidad, sino que venimos de la represión", propone Gabriel. "Si miras lo templos hindúes sobre el sexo, repletos de relieves con personas teniendo relaciones sexuales, o algunas pinturas rupestres, llenas de figuras en la misma situación, ves que nuestras especie está muy sexuada desde sus orígenes. Luego llegó la represión que, en nuestra cultura, vino ligada al cristianismo".

    "Ahora nos estamos liberando sexualmente y los gais, que hasta hace muy poco no hemos podido establecer relaciones afectivas y que nos teníamos que relacionar en espacios de sexo, hemos sido la avanzadilla de esa liberación sexual", asegura Martín. Hay que dejar de ver lo promiscuo como un adjetivo, sino como una etiqueta social, y la visibilidad del colectivo gay ha hecho mucho en la eliminación de esas etiquetas. "Estamos marcando esa pauta incluso en las apps. Primero fue Grinder y luego los heteros nos copiaron y ahora hacen lo mismo a través de Tinder".
    El sexo como algo lúdico

    Pero, ¿cómo ven este panorama las personas heterosexuales? ¿Acudirían a lugares dedicados explícitamente al sexo si no existieran convenciones opresivas? "Los heterosexuales empiezan a parecerse más a nosotros ya que se entienden mejor con su sexualidad y son conscientes de que no es imprescindible un vínculo afectivo para disfrutar del sexo con otra persona", afirma Gabriel. "Por esta razón buscan lugares donde divertirse sin estar restringidos por ningún tipo de convencionalismo social. Es importante destacar que, para esto, ha sido imprescindible la liberación sexual de las mujeres".

    Pensemos, por ejemplo, en los locales de swingers, donde parejas heterosexuales acuden para tener sexo con otras parejas o personas. Tal vez lo que escuece no es la liberación sexual gay (o no solo), sino la concepción del sexo como algo lúdico. "Nuestra herencia moral tiene mucho que ver", coincide rotunda Elena. "Cualquier acto erótico que no tenga como fin la procreación será entendido por un sector de la población como algo sin valor o incluso amenazante o negativo. Esto no quiere decir que los encuentros esporádicos tengan que realizarse por todo el mundo para ser más abierto o moderno. Solo quiere decir que si es una fórmula que funciona para alguien es valioso".

    "El cristianismo no es peor que otras culturas patriarcales, pero es la que nos ha influido a nosotros. El sexo es un impulso consustancial a nuestra naturaleza, a la de la mayoría de nosotros, y el cristianismo necesitaba controlarlo pero no podía suprimirlo, así que lo canalizó a través del matrimonio y siempre dirigido a la procreación", insiste Gabriel.

    "Una forma bastante común de privilegiar algo es denigrando sus posibles competidores. Así, para privilegiar el sexo dentro de la pareja, se denigró el sexo fuera de la pareja. Y de ahí venimos".


    Consejos de autocuidado


    Y ahora que por fin hemos fulminado las leyendas, una de consejos. ¿Qué recomendaciones de autocuidado debes tener en cuenta si te apetece visitar por primera vez un club de sexo gay? "Lo principal es reconciliarnos con nuestra sexualidad, pues al fin y al cabo hemos crecido en una cultura sexofóbica y hemos sido educados por una generación que ha estado sexualmente muy reprimida. No serías el primer hombre que decide hacer terapia cuando se da cuenta de la vergüenza tan enorme con la que vive su sexualidad", aconseja Gabriel.

    "También es bueno saber adónde va uno. Si piensas que en un club sexual vas a hacer amigos o a encontrar novio, revísate tus conceptos. Claro que pueden ocurrir ambas cosas, pero lo más probable es que tengas sexo y punto, así que no vayas con expectativas irrealistas", advierte el psicólogo. "De cualquier modo, en la barra de un club sexual es muy fácil hacer amigos o al menos tener una conversación agradable".

    "A estos lugares, la mayoría de la gente va a pasarlo bien sin malos rollos. Si ves algo que no es lo tuyo, simplemente no participes, pero respeta lo que hacen los demás de la misma manera que los demás te respetan a ti". Por último, el sexo con cabeza y protección: "Lo del sexo con cabeza da para todo un libro pero sí quiero decir que las medidas de protección no dependen de tener cabeza sino de nuestro estado emocional. Mi mejor consejo es mantener relaciones sexuales lo más sobrio posible", concluye Gabriel.

    Fuente: https://www.revistagq.com/noticias/a...3yCA2WHKA07GdA
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