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la primera transgenerista en ocupar un cargo público

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  • la primera transgenerista en ocupar un cargo público

    Agosto 25 de 2007
    Charlotte, o Carlos Alejandro Díaz, es la primera transgenerista en ocupar un cargo público
    Foto: Foto Javier Nieto Álvarez
    "Siempre supe que estaba en el cuerpo equivocado" dice Carlos, ahora convertido en mujer".

    Foto: Foto Javier Nieto Álvarez
    Empieza la sesión de maquillaje. Dos horas, en promedio, dura la transformación de Carlos en Charlotte.


    Fue contratada por el Distrito para velar por los derechos de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, transexuales y transgeneristas) de Bogotá.
    A Charlotte, como prefiere que la llamen, la contrataron para que diseñe los protocolos de lo que serán las políticas de salud pública para esa comunidad en la naciente oficina de Diversidad Sexual de Planeación Distrital.
    Para hablar al respecto atendió a EL TIEMPO en un lugar a media luz en el que a través de las sombras sobresale una espesa bocanada del cigarrillo que su larga y gruesa mano derecha lleva con delicadeza a su boca.
    "Es mejor que en las fotos no salga tan de frente, porque a mi sobrino ya lo empezaron a 'mariquiar' en el colegio'. Por mí no hay problema, pero no quiero que él sufra", narra con ese acento caribeño de los cubanos, mientras retira el pasamontañas de lana que cubre su cabeza, ya castigada por la alopecia.
    Son las 8:30 de la noche y Carlos Alejandro, cubano de 33 años y quien ya completa seis en Colombia, está listo para transformarse en Charlotte Schneider Callejas, la mujer que siempre soñó ser y la misma que desde hace un mes se convirtió en la primera transgenerista en ocupar un cargo público, así como es, sin temor a que la señalen por sentir que nació en un cuerpo equivocado.
    Cruzada por los derechos LGBT
    Su misión en su puesto será la defensa de los derechos del gremio al que pertenece y que según ella, es maltratado, excluido, incomprendido e invisible para la sociedad y el Estado.
    Esa dignidad no la alcanzó por burocracia y tampoco por la lucha que emprendió hace cinco años por su gremio, sino por su brillante hoja de vida.
    Así lo afirma José Fernando Martínez, director de Salud Pública de la Secretaría de Salud de Bogotá, quien agrega que a ese cargo Carlos Alejandro, o Charlotte, llegó porque además de su formación profesional, hace parte del contexto en el que debe desenvolverse.
    "No puedo asegurar que sea la primera persona transgenerista que trabaja con el Estado, pero sí la primera que pone la cara y se muestra como tal", explica Martínez.
    En Bogotá, de acuerdo con ese despacho, hay 210 mil personas con tendencia transgenerista.
    Un grupo discriminado y perseguido
    "La gran mayoría de chicas trans no tuvo la oportunidad que yo sí tuve de estudiar y prepararme. Dentro de la comunidad Lgtb, las trans son las más maltratadas y excluidas", advierte sobre el ambiente de sus compañeras, en el que, según ella, las únicas opciones de sustento están en la prostitución, el estilismo y los shows nocturnos en bares y discotecas.
    "No tienen acceso a la salud, ni a la educación y menos al trabajo. Son maltratadas hasta por algunos policías que las persiguen y golpean. En Cali, por ejemplo, en los últimos 10 meses desconocidos han matado a 12 travestis", señala al indicar que estas últimas son las más violentadas.
    Anexar a su comunidad al sistema de salud social, educarlas para que no se inyecten aceite de cocina para cambiar su apariencia y diseñar programas que las ayuden a su desarrollo mental y emocional son parte de los lineamientos en los que está trabajando.
    Huyendo del 'pecado'
    Carlos Alejandro se graduó con honores como bioquímico de la Universidad de La Habana, donde posteriormente hizo dos especializaciones: una en educación sexual y otra en educación para la salud.
    En la isla (a la que no puede volver porque en Colombia está en condición de refugiado político) trabajó en el Centro de Investigación de Medicamentos, en la Unidad Municipal de Epidemiología (en La Habana) y fue director de proyectos del Centro Nacional de Prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual y VIH Sida.
    A Colombia llegó hace seis años y medio, contratado por una ONG que promueve medicamentos alternativos. Venir a este país fue la oportunidad perfecta para huir de Cuba, donde "ser homosexual, y más un transgenerista, es un pecado para el régimen".
    Tanto así que en muchas ocasiones fue perseguido por la Policía. "Una vez me detuvieron toda una noche, me arrancaron la peluca, me echaron agua, me pegaron y me insultaron", dice y agrega que debido a la persecución contra los gays en su país, los sitios para su entretenimiento son clandestinos. "Ser 'distinto', en Cuba, es una trasgresión contra el sistema".
    Fue por eso que llegó, incluso, a casarse con una mujer, con quien convivió cuatro años en un hogar que no dejó hijos, y del que dimitió porque no podía engañarse ni engañar a los demás.
    Trabajar como Charlotte
    Durante cinco años trabajó en la Liga Colombiana de Lucha contra el Sida, y en abril de 2006 renunció a ese cargo y fundó Transcolombia (Transgeneristas de Colombia), la organización en la que corroboró la cruda realidad que vive su comunidad, por la que lucha ahora desde un puesto oficial.
    A su oficina, y a las conferencias que ofrece en universidades y eventos académicos, prefiere ir como Charlotte. Allí la respetan por su discurso y por la valentía que le permite transformarse en una mujer que, de lejos, se ve que no es real. Y más cuando habla, pues su voz sigue siendo la misma. Nunca la adelgaza para que suene más femenina.
    "'Cubita', quedaste divina", le dice Ramón Guevara, el maquillador que convirtió a Carlos Alejandro en Charlotte, gracias a una impresionante obra de maquillaje.
    Para entretenerse, de vez en cuando, Charlotte ofrece espectáculos en discotecas en las que representa a divas como Rocío Durcal o Isabel Pantoja. También escribe para publicaciones internacionales sobre diversidad sexual y salud pública. Es más, está escribiendo un libro al respecto.
    De Cuba extraña a sus papás y a sus cuatro hermanos, y a muchos amigos. Pero sabe que pasará mucho tiempo para que pueda regresar. Allá nunca podrá ser Charlotte.
    Además, tiene todo un 'ejército' de colombianos del 'tercer sexo' que la consideran su heroína. "Ahora sí puede tomarme las fotos que quiera", dice Charlotte, ya convertida en 'mujer'.
    JOSÉ ALBERTO MOJICA P.
    REDACTOR DE EL TIEMPO


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