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Libro: Ultima rumba en La Habana; sexo, violencia y literatura

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  • Libro: Ultima rumba en La Habana; sexo, violencia y literatura

    La novela Ultima rumba en La Habana, publicada por primera vez en New York y finalista del Premio Mario Lacruz, ha sido reeditada por la editorial alternativa canaria Baile del sol. Considerada la última revelación del llamado "realismo sucio tropical", de ella dijo el crítico y poeta Pablo Martínez Zarracina en el Norte de Castilla, que era una de las mejores de su género junto a la obra de Pedro Juan Gutiérrez (Trilogía sucia de La Habana).
    El título de la obra es un homenaje a la película "El último tango en París) de Bertolucci. Con fuertes y explícitas descripciones sexuales, está basada en las memorias de una prostituta habanera, siendo rechazada por la parte más conservadora del exilio cubano y el gobierno de la isla. No obstante, por su uso del lenguaje y su técnica cinematográfica ha sido alabada por escritores de la talla de Antonio Muñoz Molina, Premio Planeta y miembro de la Real Academia; Norberto Fuentes, Premio Casa de las Américas y autor de "La autobiografía de Fidel Castro" (Destino); Plinio Apuleyo Mendoza, diplomático y escritor colombiano, Premio Plaza & Janés, coautor del bestseller "Manuel del perfecto idiota latinoamericano" (Plaza & Janés) y Antonio Benítez Rojo, Premio Casa de Las Américas y Premio Pushcart en Estados Unidos.
    Por este libro que explora la vida al límite, la homosexualidad y la amoralidad social, la prostitución, el hampa y la hipocresía estatal, Fernando Velázquez Medina, su autor, ha sido comparado con escritores malditos como el cubano Pedro Juan Gutiérrez, (Animal tropical) los franceses Louis Ferdinand Céline (Viaje al fondo de la noche) y Jean Genet (Nuestra Señora de las flores) y el colombiano Fernando Vallejo (La virgen de los sicarios).
    2
    Que es estimulante y creativa
    50,00%
    1
    Aburrida, repetitiva y política
    50,00%
    1

  • #2
    Gràcies pel teu comentari literari i pel llibres citats. Excel·lent. Ja tinc literatura per a tot l'hivern. Una abraçada.

    Comentario


    • #3
      Antonio Muñoz Molina: Rastros de Cuba en Nueva York

      Amigos cubanos

      nov
      14
      2010
      Rastros de Cuba en Nueva York: en la esquina de Broadway con la 107, donde hay una tienda de vinos, solía reunirse una tertulia de cubanos muy viejos, muy conversadores, sentados en las sillas de una manera que se veía desde lejos que no era de este mundo anglosajón: con el garbo y la calma con que se sientan o se sentaban las personas mayores en España a tomar el fresco en las noches de verano. Hace tiempo que no los veo. El centro de la tertulia era un señor negro vestido con trajes claros impecables, con sombrero, con un bastón que aposentaba entre las dos rodillas separadas mientras miraba pasar a la gente, llevándose la mano al ala del sombrero para saludar a alguna mujer que lo miraba. Pasaba uno por la esquina y se escuchaba a distancia el clamor de las anchas vocales cubanas, un enredo de chismes y disputas sobre política que parecían estar sucediendo en la Habana anterior a 1959.
      Veníamos de la Casa Hispánica de Columbia, donde yo había presentado una novela de otro amigo cubano, Fernando Velázquez. La novela se titula Última rumba en La Habana. La ha editado una pequeña editorial de Tenerife, Baile del Sol. En la novela hay muchos personajes, reales e inventados, entre ellos su propio autor, que aparece en un autorretrato muy sombrío, recién salido de la cárcel, marcado aún por la tortura. Pero el personaje central es La Habana misma, la ciudad que se desintegra de abandono y pobreza, con solares de ruinas y cartelones políticos, con gente que va de un lado a otro buscándose la vida, respirando el miedo, aceptando la indignidad para sobrevivir, imaginando formas de huida, haciendo el amor, emborrachándose, refugiándose en los libros o en la locura, el los chistes sobre el tirano, en la omnipresencia de la música. Y en cuanto termina la claustrofobia porque se logrado huir empieza la nostalgia, como las dos caras de la misma experiencia.

      En Cuba Fernando perteneció a un grupo disidente que se llamaba Criterio Alternativo, junto a la escritora María Elena Cruz Varela. Visitaban a diplomáticos y a corresponsales de periódicos extranjeros para informarles de la situación en la que estaba viviendo la mayor parte de la población cubana, la que no tiene acceso a los dólares y a las tiendas especiales. A Fernando lo detuvieron y pasó dos años en la cárcel. Es un hombre que se queda mucho en silencio pero que cuando empieza a hablar lo hace con el brío verbal de quien tuvo que callar mucho tiempo. Si Vicente Echerri tiene el habla de la clase media de Trinidad, la de Fernando pertenece a los barrios populares de La Habana. Ha traído de ellos el talento cubano para las narraciones orales. Me cuenta que en los años 80 los jóvenes negros querían imitar las imágenes que veían en algunas películas americanas y salían a la calle llevando al hombro grandes radiocassettes a todo volumen, los Ghetto Blasters del Bronx. Pero los aparatos que se cargaban al hombro los muchachos habaneros eran de fabricación soviética, y eran mucho más grandes y pesaban el doble, de modo que iban agobiados por el peso.
      Me habla de una celda en el sótano de una comisaría, con capacidad para 7 personas, en la que había cuarenta detenidos. De pie, durante días y noches enteros, apretados unos contra otros, sin comida, sin retretes. Hacía tanto calor que el vapor de la transpiración subía hacia el techo de cemento y al enfriarse contra él caía en forma de lluvia.

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