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    El sida afecta a casi 40 millones de personas, un 60 por ciento en Africa y más de la mitad mujeres

    [/B] MADRID, 1 (EUROPA PRESS)

    Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional para la lucha contra el Sida, una enfermedad que, según la agencia de la ONU para el Sida (ONUSIDA), ya afecta a casi 40 millones de personas en todo el mundo, sobre todo en el Africa Subsahariana, que alberga el 60 por ciento de los casos. Las mujeres y las niñas representan el colectivo más vulnerable a causa de diversos factores, como ciertas tradiciones culturales, el acceso limitado a servicios de salud sexual y reproductiva, la violencia sexual o la pobreza, que obliga a muchas mujeres a ejercer la prostitución.

    Mientras tanto, los informes revelan que sólo el siete por ciento de los seropositivos registrados en el mundo subdesarrollado tienen acceso a los medicamentos antirretrovirales, un grave problema que las organizaciones humanitarias atribuyen al monopolio que mantienen las grandes multinacionales farmacéuticas y a los problemas derivados de la pobreza y la deuda externa, que impiden Publicidad

    que los países menos desarrollados destinen suficientes recursos a la distribución de medicamentos.

    Según la Cruz Roja, en el Africa Subsahariana las mujeres representan el 57 por ciento de los adultos que viven con el VIH. Para las mujeres con edades comprendidas entre 15 y 24 años, las probabilidades de ser infectadas por hombres jóvenes son tres veces superiores. Tras las mujeres, el colectivo más vulnerable ante el SIDA lo constituyen los jóvenes entre 15 y 24 años. 12 millones de ellos viven con el VIH/SIDA y cada día, 6.000 jóvenes de esas edades se infectan.

    Cuando comenzó a darse a conocer el sida, en los años ochenta, la creencia generalizada era que se trataba de una enfermedad que afectaba fundamentalmente a los varones homosexuales. Posteriormente se identificaron los llamados "grupos de riesgo", que incluían también a las prostitutas y a los consumidores de drogas por vía intravenosa.

    Hasta hace diez años las estadísticas daban a entender que las mujeres en general estaban menos afectadas por la enfermedad. Desde entonces los números han cambiado y en algunos países incluso se han invertido. El último informe de ONUSIDA, difundido la semana pasada, señala que cerca del 50 por ciento de los 37,2 millones de adultos (15-49 años) afectados en todo el mundo son mujeres.

    Al respecto, Amnistía Internacional (AI) atribuyó ayer este incremento del sida en el sexo femenino a la violencia que se ejerce hacia la mujer y a la discriminación que padece con respecto al hombre. Un informe publicado por AI señala que las mujeres jóvenes tienen 1,6 veces más probabilidades de infectarse con el virus que los hombres.

    De hecho, una cada cinco mujeres de todo el mundo serán violadas o víctimas de un intento de violación en algún momento de su vida, lo que constituye "un riesgo muy importante" para contraer el virus. Aparte de las prácticas tradicionales que se mantienen en algunos países, como la mutilación sexual femenina o los matrimonios entre menores, otra causa importante de la propagación se encuentra en las violaciones masivas que se producen durante los conflictos armados.

    Las violaciones masivas han estado muy extendidas en Sudán, el Congo y la República Centroafricana, donde las mujeres "están siendo utilizadas como arma de guerra", según explicó ayer en Barcelona la responsable de la campaña 'No a la violencia contra las mujeres' de Amnistía Internacional, María Naredo.

    ANTIRRETROVIRALES

    Mientras las personas mueren, la ciencia avanza en la lucha contra el sida, pero sus resultados no son todo lo eficientes que debieran por causas que no son precisamente cientíticas.

    Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California reveló hace dos años que el uso masivo de antirretrovirales y el descenso de las actitudes sexuales de riesgo podrían incluso acabar definitivamente con la epidemia, en un plazo no inferior a cien años, incluso en aquellos lugares en donde el porcentaje de personas infectadas alcanza el 30 por ciento de la población.

    Los medicamentos antirretrovirales (ARV) inhiben la capacidad de reproducción del VIH. Existen muchos tipos de estos fármacos y en general se usan combinados. Aunque no eliminan completamente el virus, su empleo ha prolongado la vida de muchas personas infectadas. Una desventaja de los antirretrovirales es la posibilidad de que el virus mute hacia una forma resistente al medicamento.

    Al margen de la eficacia de estos medicamentos, lo cierto es que, según estadísticas difundidas el pasado mes de julio durante la XV Conferencia Mundial sobre el Sida, celebrada en Bangkok, sólo el siete por ciento de los seropositivos registrados en el mundo subdesarrollado tienen acceso a los medicamentos antirretrovirales. En Africa Subsahariana la cifra es mucho peor y se reduce a apenas el dos por ciento.

    Según la organización no gubernamental Médicos sin Fronteras (MSF), la mitad de los seropositivos que acceden a los antirretrovirales viven en Brasil, país en el que reciben estos medicamentos entre el 80 y el 90 por ciento de las personas que lo requieren. Brasil fue el primer país del mundo que potenció el acceso universal y gratuito a los tratamientos, con lo que impulsó el levantamiento de la prohibición de producción de medicamentos genéricos, impuesta por las grandes multinacionales farmacéuticas con el apoyo de los organismos internacionales y la Organización Mundial del Comercio (OMC).

    La producción y distribución mundial de fármacos se encuentra en manos de unas pocas multinacionales, principalmente estadounidenses y alemanes, que obtienen unas ganancias que superan a las de otros lucrativos sectores, como las telecomunicaciones o las armas. Según las normas de la OMC, las multinacionales tienen derecho a un período de exclusividad de veinte años para explotar un fármaco original. A juicio de las organizaciones humanitarias, este derecho encarece los fármacos y restringe su acceso a una pequeña parte de la población, lo cual explica, en buena parte, porqué no se logra detener el sida, sobre todo en Africa.

    LA DEUDA EXTERNA Y LOS ARV

    Según un informe de la organización Christian Aid, publicado este mismo mes de noviembre, los países más pobres siguen sin tener acceso a los antirretrovirales y el peso de la deuda externa obstaculiza los esfuerzos por facilitar la distribución generalizada de medicamentos.

    La organización cita como ejemplo a Kenia, que invierte 17 veces más per cápita en pagar su deuda externa que en programas contra el sida. El artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 afirma que "toda persona tiene derecho (...) a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten".

    En todo caso, para MSF la "simple distribución de medicamentos no es suficiente para salvar vidas". "Cualquier programa que no ayude a los pacientes a seguir un régimen estricto de tratamiento está condenado al fracaso", declaró hoy el jefe de misión de MSF-Holanda en Nigeria, Sebastian Weber, en un comunicado de la organización.

    Según MSF, la pobreza en Africa suele derivar en irregularidad en el tratamiento contra el sida. Numerosos enfermos dejan de comprar los ARV por falta de dinero, e incluso se da el caso de que en una pareja los tratamientos se apliquen por turnos según la jerarquía familiar. "Una tasa elevada de interrupción del tratamiento puede implicar una resistencia a los medicamentos y provocar un desastre en la sanidad pública", advirtió MSF.
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