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El colectivo gay de los países árabes sale de la clandestinidad: “No queremos dar la imagen de víctimas"

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  • El colectivo gay de los países árabes sale de la clandestinidad: “No queremos dar la imagen de víctimas"

    J. O. - “Figuras religiosas, el Gobierno, tus padres… todos quieren opinar sobre lo que haces con lo que tienes entre las piernas. Quiero recordarles que no es su problema, que nuestros cuerpos, deseos e ideas son solo nuestras. Si no les gusta lo que somos, están equivocados”. Rima es una mujer bisexual de el Líbano. “Una humana más”, que está liderando la revolución silenciosa contra la represión estatal y el estigma social que conlleva ser homosexual o transgénero en un país árabe.

    El colectivo LGTBI de países de Oriente Próximo y el norte de África está alzando la voz y desafiando a las normas establecidas que criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo. Así lo ha constatado la organización internacional Human Rights Watch (HRW) a través del informe Ya no estamos solos en el que diversas personas de este colectivo dan la cara para reivindicarse y denunciar la discriminación y los abusos de los que a menudo son objeto.

    “No queremos dar la imagen de víctimas, queremos contar nuestra realidad, que también tiene violencia pero queremos enseñar lo positivo”, proclama Zoheir un activista gay de Algeria en la producción de (HRW).

    En el Líbano, muchos jueces todavía usan un artículo del código penal que prohíbe los actos sexuales “antinaturales” para perseguir a los homosexuales. El informe, que repasa la situación de los derechos de gays y lesbianas en varias países, destaca que, como avance, Túnez y el Líbano han dejado de practicar “exploraciones anales forzadas” a los hombres ‘sospechoso’ de ser gays.

    La mayoría de los países árabes han heredado una legislación que esconde y persigue a este colectivo de la etapa colonial, recuerda el informe de HRW. En Arabia Saudí, la ley islámica prohíbe y castiga directamente los actos sexuales entre personas del mismo sexo.

    Situaciones legales que se repiten en Argelia, Marruecos, Siria, Yemen o Qatar. Esto hace más heroico el trabajo de los activistas por los derechos del colectivo gay en estos países. Tienen que trabajar casi de incógnito, de forma clandestina y arriesgada. Ellas y ellos son los protagonistas de esta campaña que busca su visibilización.


    Campaña de HRW 'No longer alone'
    Palizas y gritos

    Muchos llegaron al activismo después de episodios de aislamiento y abuso. Es el caso de Rayan, de Algeria, que recuerda cómo sus padres le llevaron a un curandero para tratar su homosexualidad. Sufrió golpes, palizas y gritos de “la mujer que tienes dentro tiene que salir”. Años después, este joven se dedica a sensibilizar a profesionales de la medicina y la psiquiatría: tiene que convencer a muchos de que la homosexualidad no es una enfermedad pero muchos necesitan ayuda psicológica especializada.

    El gran muro contra el que chocan las reivindicaciones de este colectivo es, al margen de las mentalidades, las legislaciones de esto países. Así lo confirma la investigadora de Human Rights Watch Neela Ghoshal.

    "Las leyes son el gran problema en todos los países de la región, ya que en algunos prohíben las relaciones entre las personas del mismo sexo. Pero no es lo único, pues en otros (países) donde no existen esos textos, como en Jordania e Irak, la discriminación, la violencia y el estigma están siempre presentes", aseguró.

    Por ese motivo, es "muy difícil que las personas se expresen en público sobre su orientación sexual e identidad de género", ya que "a muchas familias les da vergüenza si su hijo habla de ello, aunque sea aceptado en su entorno", argumenta.

    HRW ha publicado varios vídeos en Youtube en los que jóvenes de ambos sexos describen cómo fue el proceso de sentirse "diferentes" hasta el momento en el que aceptan su realidad.

    "Decidimos hacer algo para ayudarles a expresarse públicamente y así romper el silencio para que otras personas en la región puedan saber que es posible hacerlo, que pueden encontrar comunidades que los apoyan y que no deben quedar aislados en la vida", indicó Ghoshal.

    "Para algunos fue más fácil, pero otros se negaron porque temen ser detenidos o expulsados de sus casas. No solo por sus familias, sino también por los propietarios. Y a pesar de ello, son muy activos en la sociedad civil", concluye.

    Fuente:
    elespanol
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