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Madrid celebra un Orgullo sin carrozas, pero más reivindicativo y polémico

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    La marcha del Orgullo por el Paseo del Prado de Madrid. Olmo calvo

    Cristina Saldaña

    Un coche negro avanza a velocidad de tortuga por el Paseo del Prado con dos enormes altavoces por los que suena Single Ladies, de Beyoncé. El DJ baja levemente el volumen para avisar a los asistentes a la manifestación del Orgullo: “Vamos chicos, todos con la mascarilla puesta y a subir bien alto las manos”. La reunión más esperada para el colectivo LGTBIQ tras el año de parón pandémico ha sido también la más anómala. Sin sus icónicas carrozas, la cabecera, que arrancó en el Paseo del Prado, fue liderada por aquellos que durante años fueron relegados a las sombras sin poder expresarse con libertad, el colectivo transexual. El lema de la cita —cuyo aforo estaba limitado a 25.000 personas previa inscripción y en la que debían especificar si se iba solo, en pareja o en grupo, resume la organización—, homenajeó a esos referentes, pero también lanzó un dardo al Congreso en alusión a los últimos vaivenes de la ley trans: “Los Derechos Humanos no se negocian, se legislan”

    Carmen Gil, presidenta de COGAM —asociación organizadora junto a la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) y Comercio, ocio, cultura y turismo gayfriendly (AEGAL)— ha incidido en que se trata de uno de los orgullos más reivindicativos debido a la ley trans en trámite y también uno de los más polémicos. “El Ayuntamiento de Madrid no ha hecho nada por celebrar el orgullo este año, nos las hemos apañado las organizaciones solas”, ha afirmado.

    Entre los asistentes a la manifestación, han sido muy aplaudidas las ministras de Asuntos Sociales, Ione Belarra, de Igualdad, Irene Montero, y la vicepresidenta tercera y titular de Trabajo, Yolanda Díaz, todas ellas tras una pancarta de Unidas Podemos. La defensa acérrima de las tres en el seno del Gobierno ha sido decisiva para sacar adelante el anteproyecto de la ley trans. “Estamos del lado que debemos de estar, del lado correcto de la historia”, afirmó la titular de Igualdad. Y añadió: “Se hace historia después de más de 15 años sin una legislación que respete los derechos de las personas trans y LGTBI”.

    Con respecto a la ausencia de Ciudadanos, que otros años sí ha estado presente en la marcha, Uge Sangil, presidenta de FELGTB, ha mantenido que ellos no le prohíben la entrada a nadie en la manifestación. “La inscripción es una cuestión de orden, nosotros no vamos a decidir quién es bienvenido o no”, ha zanjado. Aunque ha querido dejar claro que no van a dar “ni un paso atrás ante los discursos de odio de partidos de la ultraderecha como de aquellos que se sirven de ellos para gobernar”.

    A eso se ha referido Íñigo Errejón, secretario general de Más País, antes de que comenzara la marcha, haciendo alusión a la bandera multicolor que no cuelga de la sede del Ayuntamiento de Madrid en Cibeles. El equipo de Gobierno, la coalición entre PP y Cs, se ha escudado en un informe jurídico que no ve alternativa a la sentencia del Tribunal Supremo por la que, desde junio de 2020, solo se pueden colocar banderas oficiales en los edificios públicos. Errejón ha recriminado “a las derechas madrileñas” que en este día no hayan querido colgar “la bandera de la libertad”, aunque ha celebrado que este sábado la saquen a la calle “cientos de miles de madrileños”. Y ha afirmado que las reclamaciones de este año son “de sentido común”; la libertad para “ser libres, caminar sin miedo y no sufrir marginación”. La portavoz de la formación en la Asamblea de Madrid, Mónica García, ha lamentado que “en pleno siglo XXI” siga siendo necesario reivindicar los derechos LGTBI y ha criticado la libertad “enlatada y caduca que ofrecen las derechas”.

    Poco después de esas declaraciones, la marcha ha arrancado en medio de un amplio despliegue policial, 480 efectivos solo de la Policía Nacional entre viernes y sábado. La manifestación ha dado el pistoletazo de salida cerca de las ocho de la tarde, junto a la glorieta de Carlos V y desde ahí una marea de personas ha recorrido el paseo de Recoletos. Algunas blandiendo carteles, otras a golpe de tacón o maquillaje, pero cada grupo guardando las distancias unos con otros, como recomendaba la organización. Desde Madrid Orgullo, los consejos eran acudir con mascarilla, mantener la distancia de seguridad de 1,5 metros, usar gel hidroalcohólico y llevar “ropa cómoda y suelta” y agua “para evitar mareos o lipotimia”.

    El año pasado fue muy triste para nosotros, lo celebré en casa y al menos hubo espacio para la reivindicación. Pero aquí en la calle todos juntos tiene otro significado


    Enrique Gómez

    En medio de ese jolgorio se encontraba Enrique Gómez. A sus 55 años ya lleva 10 orgullos a su espalda. “El año pasado fue muy triste para nosotros, lo celebré en casa y al menos hubo espacio para la reivindicación. Pero aquí en la calle todos juntos tiene otro significado”.

    Al pasar por la plaza de Cibeles, donde el edificio del Ayuntamiento lucía desnudo sin bandera reivindicativa, comentaba con su pareja algo decepcionado la semana de polémicas idas y venidas entre la vicealcaldesa de la capital, Begoña Villacís, y el alcalde, José Luis Martínez-Almeida. Aunque banderas hubo, y muchas, por todas partes. Anudadas a los cuellos, en forma de tatuajes, en puestos de venta ambulante, en mascarillas o incluso calzoncillos.

    Un reencuentro


    En España, las primeras manifestaciones en defensa de los derechos LGTBI llegaron en los años setenta. En 1977, entre 4.000 y 6.000 personas marcharon por Las Ramblas de Barcelona, y un año después, más de 7.000 siguieron su ejemplo en la capital española, y así se repitió año tras año hasta que llegó la pandemia. Para José Luis Muñoz, presidente de la Asociación por la Diversidad Sexual y de Género de Castilla-La Mancha, este orgullo está siendo como un reencuentro. Al ser de pueblos diferentes, muchas veces los integrantes del sindicato no pueden verse todo lo que les gustaría. “Nuestra situación es también algo más complicada porque en los pueblos pequeños la gente lo lleva todo de puertas para dentro”, afirma mientras sujeta una pancarta. “Para las personas trans es peor, porque se sienten más juzgados. Hasta hace tres años no teníamos representación trans en nuestra asociación porque preferían marcharse directamente a Madrid”.

    Por mucho calor y purpurina que supure la glorieta de Carlos V, fuera de ella todavía hace mucho frío. Solamente en Madrid, el Observatorio contra la Homofobia alertaba de que en 2019 se registraron 321 incidentes, lo que equivale casi a una agresión al día.



    Las personas 'trans' protagonizan la protesta



    La norma conocida como ley trans –el anteproyecto de ley para la igualdad real y efectiva d ellas personas trans y para la garantía de los derechos LGTBI– fue aprobada el pasado martes en el Consejo de Ministros. Ahora le queda todo el recorrido consultivo y parlamentario antes de ser aprobada de forma definitiva. Esa ley que acaba de empezar su tramitación es la mezcla de las dos propuestas a las que se habían comprometido los socios de gobierno, PSOE y Unidas Podemos: una para las personas trans y otra para lesbianas, gais, bisexuales e intersexuales.

    Desde que comenzó el debate sobre esta legislación, el principal obstáculo fue siempre el mismo, la libre autodeterminación de género, es decir, que alguien pueda cambiar el nombre y el sexo en el DNI solo por su propia voluntad, sin que medien informes médicos ni años de hormonación. Por ahora, la solución a este debate es el permiso para el cambio de sexo legal a los mayores de 12 años, con diferentes permisos según franjas de edad: entre los 12 y los 14 años con autorización judicial, entre los 14 y los 16 con consentimientos de padre, madre o representantes legales y a partir de los 16 sin requisitos.

    Fuente: https://elpais.com/espana/madrid/202...-polemico.html
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