Seguín un reciente estudio australiano con el revelador título “Aquí no tenemos gente de esa”, la inmensa mayoría de los cuidadores de ancianos no se plantean que los mayores homosexuales puedan sentir temor a revelar su orientación sexual, y piensan que sencillamente nunca se han encontrado con personas mayores gays o lesbianas.
Sorprendente (o no tanto) resultado: casi un 90% de los cuidadores de ancianos que han participado en el primer estudio australiano sobre sus actitudes hacia personas LGTB han declarado no albergar ancianos homosexuales en sus residencias. Según Jude Comfort, coordinadora de dicho trabajo (una colaboración de la Universidad Curtin y GRAI, Asociación de Jubilados LGTBI), los cuidadores a menudo olvidan cuán diferente era la situación que vivieron las personas homosexuales que crecieron en la primera mitad del siglo pasado: “[Cuando estas personas mayores crecieron] la homosexualidad aún era considerada una enfermedad y un pecado [...] por lo que se vieron obligadas a ocultar su sexualidad. [...] Creo que a la mayoría de cuidadores no se les ha ocurrido pensar en las consecuencias de ese pasado”.
Además, un tercio de los cuidadores reconoció no ofrecer un entorno acogedor a las personas LGTB. Más de dos tercios de ellos no piensan que los residentes homosexuales tengan necesidades especiales, y si bien la mayoría de residencias ofrecen un sistema estándar de quejas por discriminación, por norma general la sexualidad no viene recogida.
Los responsables del estudio están usando estos resultados para desarrollar unas directivas a seguir por parte de cuidadores de ancianos LGTB, centradas en la formación del personal y en la mejora de la comunicación.
Los mayores LGTB son un colectivo especialmente invisible y olvidado por las reivindicaciones. Aunque ya existen algunos geriátricos específicos para ellos, continúan siendo una excepción. Algunas voces, de hecho, critican este tipo de residencias como lugares de segregación. Pero otras apuntan que mientras los niveles de homofobia sigan siendo tan altos, estos establecimientos serán necesarios, ya que muchos jubilados homosexuales temen enfrentarse a la discriminación justo cuando son más vulnerables. Por ejemplo, un estudio sobre 2.500 pensionistas homosexuales en Múnich mostró que a más del 70% les preocupa que los cuidadores u otros residentes puedan excluirlos o tratarlos con hostilidad. Y, para muchos, la tercera edad debería ser una etapa para disfrutar con tranquilidad, y no para seguir luchando contra los prejuicios o verse obligados a volver al armario.