Desde la irrupción de Vox en el panorama político en las elecciones andaluzas del 2 de diciembre – en las que cosechó 12 escaños en el parlamento autonómico–, el posible ascenso de la extrema derecha andaba preocupando (y mucho) al colectivo LGTBI. Más aún pensando que podría replicarse, o incluso potenciarse, un resultado parecido en las elecciones generales del 28 de abril. Ya sabéis, por eso de que cuando veas las barbas de tu vecino afeitar…
Vox representaba un peligro factible para los derechos que tanto había costado conquistar. Su programa electoral, mítines e intervenciones mediáticas, cargados de mensajes de odio y LGTBIfobia, no eran halagüeños. Tampoco algunas de las encuestas previas, que pronosticaban un escenario en el que un voto derechizado y silencioso podría hacer gobernar a una coalición con PP, Ciudadanos y un reforzado Vox al mando.
Sin embargo, precisamente este caldo de cultivo, el del miedo, prendió la mecha que movilizó al colectivo LGTBI. A través de las redes sociales empezaron a brotar iniciativas que animaban a votar con orgullo y a imponer el amor sobre el odio. Es decir, a intentar poner el freno a la ultraderecha.
Todo un reto para una izquierda a la que, históricamente, no le suele salir bien eso de organizarse para imponer sus ideas en las urnas. Y aunque era una realidad que los memes y mensajes proLGTBI habían conseguido invadir las redes sociales, la incertidumbre era igual de cierta: nunca se sabe si el ruido de las redes sociales se va a materializar o si se perderá en la nube de las buenas intenciones.
Finalmente, el 28A llegó y se ha resuelto el clima de desasosiego. Y, sí, esta vez los esfuerzos del colectivo LGTBI han dado sus frutos. El PSOE de Pedro Sánchez ha ganado las elecciones con mayor apoyo del esperado y casi doblando en escaños al PP, que sufrió un desplome sin precedentes. Y aunque las otras fuerzas de derechas, Ciudadanos y Vox, subían en escaños con respecto a las elecciones anteriores, ni siquiera sumando resultados conseguían acercarse a la mayoría necesaria para gobernar juntos. Por lo tanto, el bloque de la derecha sucumbía frente al de la izquierda, donde PSOE y Podemos reunían 18 escaños más que el trimonio formado por PP, Cs y Vox.
Pese a que todavía queda mucho por pactar y decidir, que Vox esté fuera del juego de alianzas necesarias para el gobierno de España es la mejor de las noticias que podría tener el colectivo LGTBI. Sin embargo, no dejemos que la victoria nos duerma. El grupo de Santiago Abascal ha conseguido representación parlamentaria (mal asunto) y ya ha manifestado que aspira “a pasar de 24 a 180 escaños”. No hay nada peor que un necio motivado, así que sigamos unidos y votando con orgullo y mucho amor.
Fuente: https://shangay.com/2019/04/29/el-co...urnas-del-28a/