- • El show, que estará hasta el lunes, se presenta como un espectáculo reivindicativo dirigido a toda la familia
Atracción aérea Stéphane Haffner y Emiliano Simeoni, de Les Farfadais, en el ensayo general de ayer. Foto: MAITE CRUZ
ROSA MARI SANZ
BARCELONA
Está en la Barceloneta. Lejos de Sodoma y Gomorra, pese a que alguien haya podido imaginar algo más por los carteles publicitarios que venden imágenes intencionadamente homosensuales de un espectáculo que esta tarde debuta en la capital catalana a nivel internacional: el Gay Circus. El show, al margen de su clara intención reivindicativa, solo dista del circo moderno convencional en que las parejas son homosexuales: los chicos con los chicos y las chicas con las chicas. Quizá también en su cuidadísima estética inconfundiblemente gai y en un mayor acento en el juego de seducción entre los artistas al que el público pueda estar acostumbrado.
Lo que no quita que sea apto para toda la familia, como remarcó ayer por la tarde su productor, Genís Matabosch, antes de celebrarse un ensayo general al que acudió invitado público de todas las condiciones y edades, niños incluidos, aunque con predominio de hombres homosexuales. "Que nadie piense que es pornográfico. Es un espectáculo circense de gran calidad dirigido a todas las personas, gais o no, y cómo no, a padres que quieran educar a sus hijos en la tolerancia y mostrarles que hay diferentes formas de amar", explica.
Prorrogado
El show, instalado en una carpa del paseo de Joan de Borbó, donde permanecerá hasta el lunes después de haber prorrogado su estancia un día --"aunque aún quedan entradas", se apresura a señalar el productor--, arranca con un número más propio de un musical o de un pase de modelos de pijamas que de un espectáculo circense, para pasar a una constante exhibición de acrobacias masculinas y femeninas durante cerca de dos horas a ritmo de música house y dance.
Pese a que la narrativa no es propia del circo, el espectáculo discurre como un diálogo entre ángeles y demonios. "Los números se agrupan bajo la temática general del conflicto entre el bien y el mal para transmitir emociones a través de la mirada homosexual", concreta Matabosch. Pero sobre todo, dice, historias de amor. "La homosexualidad es una manera de pensar, de vestir y de vivir que todavía no se había trasladado al circo, sí a otras escenas, y este era el único arte que todavía no se había adaptado a la realidad social actual", prosigue.
Y lo hace a través de la exhibición de una decena de números a cargo de 27 artistas internacionales que han recibido premios en algunos de los principales festivales circenses, y que se han unidos en una iniciativa que, tras dos años gestándose, ha escogido debutar en la capital catalana por el talante gay friendly, o sea, sin prejuicios, que proyecta la ciudad. Al margen, claro está, del tirón que supone la celebración de los Eurogames.
Entre las figuras que verá el público, el dúo de trapecistas alemano-suizas Sorella, las contorsionistas ucranianas Iula y Natalia y los franceses Les Farfadais, que realizan un duelo de piratas en cuerdas aéreas. Y como de circo se trata, también hay payasos. Eso sí, vestidos de bailarinas.