"Me llaman loco por defender los derechos de los homosexuales en Marruecos"
El escritor apuesta por adaptar el Islam a los tiempos actuales
Lo convirtieron en loco, un vagabundo que "vivía en la luna". Una vez publicada la noticia sobre su homosexualidad, cerró la puerta del hotel con llave. Pensó que vendría a buscarle la policía secreta o los integristas. Recordó la opresión que sintió con trece años, cuando supo quién era y que estaría "por siempre en una cárcel". Quizás por ello Abdellah Taïa, escritor marroquí de 35 años, el primero en declarar públicamente su condición en un "Marruecos hipócrita", se defina como "héroe". Un héroe para muchos de los que aún lloran y corren a esconderse, los que son señalados, juzgados, atacados, escupidos, e insultados en nombre de la religión.
Abdellah TaÏa durante su paso por Madrid / Javier Rada
Residente en París, es autor de éxitos como el libro autobiográfico Le rouge du tarbouche o El Ejército de Salvación. El día que cerró la puerta del hotel, en 2006, en Marruecos, acababa de salir del armario; mejor dicho, lo quemó: usó las mezquitas de la prensa y armó un revuelo colosal. Y supo entonces que "empezaba un combate". Sabía que su madre nunca lo entendería. Rompería para siempre el sueño de "formar una familia y de viajar a la Meca". Sus vecinos lo señalarían. Y corría el peligro a ser encarcelado, como les ocurre actualmente a otros. En virtud del artículo 489 del Código Penal marroquí, la homosexualidad está penada entre 6 meses y 3 años de cárcel. Y los islamistas, en avance, no permiten que los individuos elijan sus propias opciones. "Mi única salida era volverme loco", explica. "Marruecos es un lugar lleno de locos abandonados por las calles y quise ser como ellos". Y se volvió loco, sí. Tan loco como para romper silencios centenarios. Y conseguir así el "derecho a mirarme a la cara, y a reconocerme, mediante una revolución íntima que partía de mi sexualidad", explica. Acaba de visitar Madrid en el marco del I Congreso internacional de derechos humanos, sociedad civil y homosexualidad en los países de mayoría musulmana.
-¿La familia, el poder político y la religión son las grandes cárceles del homosexual en Marruecos?
-Actúan los tres grupos de presión a la vez. Es el peso de la sociedad contra el individuo, todos hacen mucho por mantener esta situación de discriminación. La autoridad, por ejemplo, se legitima en la religión para que se haga su voluntad, del mismo modo que la familia.
-¿La religión sirve como excusa para controlar a los individuos?
-Este es un problema que atañe a los individuos y de cómo estos son juzgados desde un punto de vista religioso por sus decisiones y sus actos. Si no haces lo que dice la religión te tachan de no ser persona y naturalmente esto es muy hipócrita.
-¿Se refiere a la doble moral que por un lado permite la homosexualidad escondida y por otro la condena con penas de cárcel si se hace pública?
-Sí. A partir de este sistema esquizofrénico es muy difícil avanzar adelante. Primero hemos de solucionar la mentalidad de la gente. Sobre todo en lo referente al respeto de los individuos y sus aspiraciones. Los individuos tienen que reivindicar sus derechos y no quedarse fuera, porque estamos en el siglo XXI, quieran o no. Ahora está empezando este debate en Marruecos a pesar de que la situación no es favorable.
- Las reivindicaciones de los homosexuales en Marruecos se alejan aún de una militancia política, son, por así decirlo, gritos individuales…
-Tiene razón. La mayoría de marroquíes no sabemos cuales son nuestros derechos y existen poderes en los más diversos ámbitos que quieren decidir lo que uno debe hacer. Pero el debate ya está en la sociedad marroquí, empiezan a alzarse voces críticas, individuos que hablan y disienten. Aunque este debate no afecte, por desgracia, a toda la sociedad, sí que es un punto de partida.
-¿Es el individuo frente a una sociedad aparentemente en bloque?
-Debes pensar que todo en Marruecos está controlado por el poder, todo silenciado, ahora nos dicen que debemos esperar, ¿pero esperar a qué? Hay generaciones enteras que han sido sacrificadas. Y nosotros decimos basta. Queremos mucho a nuestros padres, pero deben entender que no queremos ser como ellos.
- Ha dicho que al ganar la libertad ganó también la soledad…
-Ganas la soledad. Nadie te ayuda. Por mucho que salgas en la prensa, te reduces a tu círculo más próximo. La gente me dice que soy un loco irrealista, que vivo en la luna al reclamar los derechos de los individuos. Pero esto no es grave. Porque lo verdaderamente importante es seguir tu propio camino.
-¿Existen contradicciones entre el Islam y la actual interpretación sobre su condena a la homosexualidad?
-En efecto. En el mismo texto del Corán es del todo ambiguo. Incluso en relación a las promesas del paraíso, y también si nos fijamos en la tradición poética islámica. Existen grandes autores de la poesía islámica que escribían odas acerca de su gusto por los jóvenes, y discutían sobre la pasión por hombres y mujeres. A pesar de estas contradicciones la gente no parece salir de su hipocresía.
-¿Qué hacer entonces con el peso religioso?
-Tenemos una gran necesidad de modernizar y racionalizar nuestra religión, y adaptarla a los tiempos que corren. Creo que yo represento un ejemplo sobre esta dirección. Hay que forzar el cambio.