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El beso de Rubiales no es un “pico entre dos amigos”, es un gesto de poder

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    Rubiales besa a la jugadora Jennifer Hermoso.

    Las posibilidades de reaccionar de Jenni Hermoso eran y son limitadas. Por la sorpresividad del beso y por el momento en que se da. Por su posición en la jerarquía: Rubiales tiene poder sobre ella. Y por la presión que va a recibir para quitarle importancia a lo sucedido

    A partir de ahí asistimos a un guión más o menos predecible: una polémica que escala veloz, también internacionalmente; medios y periodistas deportivos que quitan importancia a lo sucedido y lo comparan con el beso del Mundial del 2010 entre Iker Casillas y Sara Carbonero, que por entonces eran pareja, unas declaraciones de Hermoso difundidas por la Federación en la que minimiza el hecho, y Luis Rubiales insultando a quien le critica.

    Rubiales asegura que es “un pico entre dos amigos celebrando algo”. Hay quien podría preguntarse si el presidente de la Federación se ha dado picos con Carvajal, con Asensio, con Unai Simón o con Morata. La respuesta es no. Y ha habido, incluso, una ocasión reciente: el 18 de junio la selección masculina ganaba a Croacia la final de la Nations League.

    No hay besos en la boca entre Rubiales y ningún jugador porque Rubiales no se hubiera permitido ese gesto con un hombre. Son los cuerpos de las mujeres los tocables y piropeables, somos nosotras las que llevamos años intentando hacer entender que no es aceptable que nos silben ni nos griten por la calle, que nos toquen o nos rocen en un bar, en un autobús o en la oficina.

    Aunque le suene fuerte a algunos, se llama cultura de la violación: un patrón sociocultural que reproduce la idea de que los cuerpos de las mujeres están siempre disponibles para los hombres. Ese patrón se reproduce, precisamente, mediante ideas que buscan normalizar esos actos, atacar a quienes los señalan, y poner el foco en las mujeres que los reciben. Nosotras siempre somos unas exageradas, y los hombres que ejercen esos comportamientos nunca tienen mala intención. Solo son bromas o gestos sin importancia, aunque intimiden –y lo sepan–, aunque contesten hostiles si una mujer les rechaza (¿no era una broma?, ¿no era para agradar?), o aunque no se les ocurriría hacerlos si esa mujer tiene a una pareja (hombre) a su lado.

    Pero es que, además, quien busca equiparar el beso de Luis Rubiales a lo que puede suceder entre dos colegas obvia el contexto. No son dos personas en igualdad de condiciones, y se trata de un escenario profesional: los dos son parte de una jerarquía en la que él está por encima, Rubiales tiene poder sobre Hermoso.

    Las posibilidades de reaccionar de Jenni Hermoso eran, y son, limitadas por varias razones. Por la sorpresividad del beso y por el momento en que se da, cuando están a punto de coronarla como campeona del mundo frente a miles y miles de personas. Por su posición en la jerarquía, y por la presión que va a recibir para quitarle importancia a lo sucedido y para que se centre en lo importante, el triunfo. Marcharte o apartarte, o estar en disposición de mostrar tu rechazo a lo que alguien haga, parece condición imprescindible para determinar tu grado de libertad y consentimiento.

    Con la Federación apretando y la prensa deportiva alentando, parece poco probable que Hermoso quiera dejar su rol de campeona del mundo para pasar a ser protagonista como la mujer que señala a Rubiales. Convertirte en la exagerada de turno para los tuyos nunca es plato de buen gusto. Dejar mal a tu jefe, tampoco. Por eso, buscar en la jugadora una reacción perfecta es una trampa. Pero hay quienes van a seguir quitando importancia al beso de Rubiales y, para hacerlo, pondrán tramposamente todo el peso sobre ella.

    Convendría recordar entonces cuáles fueron sus primeras palabras, cuál fue su reacción espontánea antes del revuelo y la polémica. “Mírame a mí”, responde en el vestuario. Porque si la miras a ella la imagen muestra a una mujer que se queda paralizada ante un hombre que la agarra por la cara y la besa en la boca. “No me ha gustado, eh”.


    Cómo frenar las mentiras

    En la campaña del 23J ha quedado clara la tremenda importancia que tiene la prensa libre, que depende de sus lectores y no le debe nada a nadie más. La inmensa mayoría de los grandes medios son propiedad de bancos, de fondos y grandes grupos de comunicación. La gran mayoría de ellos han blanqueado a los ultras y están bajo el control de la agenda que marca la derecha.

    Por eso te pedimos tu apoyo. Necesitamos crecer. Contratar a más periodistas. Reforzar nuestras ediciones locales frente a las mentiras de los gobiernos locales y autonómicos de la extrema derecha. Fichar a más reporteros de investigación. Nos hace falta llegar a más gente, construir un periódico más grande, capaz de contrarrestar la brutal ola de propaganda conservadora a la que nos vamos a enfrentar. Y que dejará pequeña la que hemos vivido en esta sucia campaña electoral.

    Fuente: https://www.eldiario.es/opinion/zona...3dZo6HM6LhvZZA
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