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Menores, adolescentes y violencia: El reto de las humanidades por Jordi Petit

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    El reto de las humanidades.


    La edad media de quienes perpetran agresiones lgbti-fóbicas en nuestro país en muy baja, incluido el asesinato de Samuel en La Coruña. ¿Qué induce a una minoría de la juventud a apuntarse a esta "cruzada"?.


    Es cierto que la presencia de los ultras en nuestro panorama político llega a todas partes. Junto a los obispos, "legitiman" este odio con sus discursos intolerantes. Sin embargo opino que hay otros factores más inmediatos y profundos, me refiero a la sobre-dosis de violencia que consumen las criaturas hoy en día y desde bien temprano. Saben navegar por internet como nadie. Los video-juegos son en su mayoría violentos, las películas de "acción" abundan por todas partes y la adolescencia tiene su fase de afirmación al oponerse a lo "políticamente correcto".

    La aculturación de nuestra sociedad contribuye a ese vacío de valores, todo está en Google,-¡ qué fácil !-basta con preguntar, luego no hace falta leer. Pero para preguntar a Google, primero hay que saber que deseamos averiguar y sin una formación previa, no hay preguntas. La paradoja es que disponiendo de medios como la televisión e internet, en vez de canalizar una formación en valores cívicos que llegue a todas las personas, todo es ocio y violencia, salvo contadas excepciones.

    ¿Qué hacer?. Tanto la familia como la escuela ya no son los únicos en educar, están esos medios tan poderosos e infinitos donde se pierden las criaturas y ven y aprenden de todo lo bueno y lo malo, pero sobre todo consumen mucha violencia.

    El problema es estrucutural porque responde a la demanda y por tanto abundan las ofertas violentas. Es la industria del ocio, que además lo banaliza todo con los progamas de chismes y la creación de personajes artificiales, que se pelean constantemente entre sí.

    En mi modesta opinión todo este conjunto de circunstancias favoren el supremacismo y la pobreza ideológica que lleva a guarecerse bajo el paraguas de las religiones fanáticas (especialmente en los países en vías de desarrollo y con grandes bolsas de analfabetismo), partidos políticos populistas-extremistas, los sobre-valorados equipos deportivos y la vida en el ocio continuo. Las identidades personales, se individualizan y se aferran a sí mismas y a la fiesta sin fin. Lo queremos todo, ahora, aquí y rápido. Es el efecto de la publicidad y del consumo sin límites. La vida cómoda ante todo, aunque sea suficiente con el subsidio de paro o la sobre-protección familiar.

    El reto de las humanidades Aunque exista una mayoría social que apoya los derechos de las mujeres y de las personas lgtbi, esa pequeña pero presente franja de la juventud disiente de facto, no son racistas, pero no admiten a los inmigrantes ni a los pobres (aporofobia). Menos a los "maricones, bolleras y travelos" ni a las mujeres, "que no den la lata". Cometen agresiones. Cuando hablo de problema estrutural quiero decir que es muy difícil -por no decir imposible- transformar la demanda que requiere productos violentos a la industria del ocio.

    ¿Qué hacer?, repito. Pues en principio analizar e identificar las fuentes del supremacismo y la violencia. Ese es un primer paso, creo que tampoco tan difícil de plasmar, por eso me atrevo a formular mi modesto diagnóstico. ¿Y luego?. Pues opino que es urgente resituar las humanidades en un lugar preeminente en la educación, universidades incluidas, medios de comunicación y productos de ocio, incuídos cine, tv e internet.

    Las y los influencers y las personalidades mediáticas, pueden aportar mucho. Las instituciones gobernadas por fuerzas progresistas deben de hacer bastante y no hablo solamente de leyes, sino de propiciar una ciudadanía cívica desde la primera infancia.

    Los movimientos sociales, a mi entender, deben de ser menos gregarios y más expansivos, hacer mayor pedagogía social desde el ABC de cada problema, volver a explicarlo todo desde el principio, lo esencial no se puede perder, porque los años lo han diluido.

    Las nuevas generaciones de activistas no deben confundirse e ignorar como hemos llegado donde estamos. La ausencia de una memoria reciente es pues otro factor preocupante. No dar por hecho y derecho lo conseguido hace 20 años. El paso de décadas somete a desgaste todos los avances arrancados, nadie nos regaló nada. Aquellas victorias son erosionadas por la ideología dominante, sexista, machista y heterosexista. El tiempo siempre corre a favor de los valores mayoritarios, por más éxitos parciales obtenidos.

    Este es el panorama actual según lo veo, obviamente habrá análisis muy diferentes, pero creo que lo importante -en mi opinión-, sería abrir un gran debate social sobre las humanidades.


    Jordi Petit

    Militante de la Juventudes Comunistas de Catalunya (JCC) y del PSUC en la clandestinidad del franquismo. Pasó dos veces por la cárcel. En los 80's fue miembro del Comité Central y del Comité de Barcelona del PSUC.

    Ocupó en 1980 el cargo de coordinador general del Front d'Alliberament Gai de Catalunya (FAGC) y en 1986 lo abandona para co-fundar Gais per la salut (luego Stop Sida) y la federación de entidades Coordinadora Gai-Lesbiana (CGL), de la que fue secretario general hasta 1999. A continuación fue electo como presidente de honor de la CGL. También fue co-secretario general de la International Lesbian & Gai Association (ILGA), desde 1995, reelecto en 1997, hasta 1999.

    En 1992-93 trabajó como coordinador de la campaña “Democracia es igualdad” del Ministerio de Asuntos Sociales (entonces con Matilde Fernández), campaña contra la intolerancia integrada por 11 grandes ong's estatales. El spot de tv de “Democracia es Igualdad” recibió un galardón de la ONU.

    En los 90's se aleja de ICV y en 1999 formó parte de la candidatura de Pascual Maragall a la Generalitat de Catalunya. Desde entonces sigue como independiente en la órbita socialista.
    Ha recibido numerosas distinciones y premios, tanto desde las asociaciones lgtb, como de las instituciones civiles. Medalla de Honor de la Ciudad de Barelona y Creu de Sant Jordi. Premio Pluma 2019 de la FELGTB.

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