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Durante su exitosa trayectoria profesional, la química estadounidense se ha caracterizado por intentar reducir la desigualdad de género y visibilizar activamente la diversidad en las carreras de ciencias.
Carolyn Bertozzi ha ganado el Premio Nobel de Química, compartido con Morten Meldal y Barry Sharpless, por su investigación en química bioortogonal. Su trabajo permite captar imágenes moleculares y, con ello, mejorar los productos farmacéuticos para que estos sean más efectivos en los pacientes. “Es una oportunidad para reconocer todo el trabajo que tantos aprendices de mi laboratorio han realizado durante los últimos veinticinco años y reflexionar sobre lo afortunada que he sido”, explicó emocionada Bertozzi.
No es el único premio que ha ganado este año, pues también recibió el Premio Wolf de química, el segundo más importante del mundo, “gracias a sus logros en interés de la humanidad, sin distinguir nacionalidad, raza religión, sexo o tendencias políticas”. Y es que la científica estadounidense ha dedicado su vida, además de a la ciencia, a luchar por superar la brecha de género en las carreras STEM (Science, Technology, Engineering, Math) y visibilizar la diversidad.
Desde su infancia se interesó por las matemáticas y la ciencia, y estudió la carrera de Química en la célebre universidad de Harvard. Su investigación posdoctoral se orientó a la inmunología, y decidió centrarse en el sida porque muchos de sus amigos estaban enfermos o habían fallecido por la enfermedad. “Pasaba las mañanas en el laboratorio y las tardes visitando a sus amigos. Una noche que no podía dormir encontró uno de los medicamentos que estaba tomando un amigo suyo que estaba enfermo, Zidovudina, y algo hizo clic en su cabeza. Ahí nació la química bioortogonal”, explica Fernando Gomollón en la revista Principia.
Pero, ¿en que consiste esta especialidad? Según Bartozzi, “es un tipo de química que nos permite juntar dos moléculas y crear una unión entre ellas, incluso cuando están rodeadas por el resto de elementos que se pueden encontrar en las células humanas y en nuestro cuerpo. Este es un lugar muy complicado donde practicar la química, pero la especialidad bioortogonal nos lo permite. Y con ella podemos hacer muchas cosas interesantes que beneficien la salud de las personas. Uno de los usos que se le puede dar es para tratar el cáncer en los pacientes, por ejemplo”.
Carolyn Bertozzi salió del armario cuando estaba estudiando y señaló que en muchas ocasiones se sintió excluida por ser lesbiana. Ahora expresa que le parece “ridícula” la discriminación a la que se enfrentó durante sus años de estudiante. “En la universidad, cuando tenía 18 años, supe que era lesbiana. En aquel momento había mucha homofobia, sobre todo con la crisis del sida. Salí del armario cuando la gente empezaba a movilizarse por el cambio social pero también en un momento en el que salir del armario podía significar quedarte sin trabajo”, explicó la científica en la revista tecnológica C&En.
No obstante, hace hincapié en que su entorno siempre ha sido muy inclusivo y que nunca le han faltado el respeto en el trabajo, aunque lo que no ha sufrido por homofobia lo ha hecho por misoginia. “Por desgracia, ser una mujer era y sigue siendo peor que ser lesbiana”, dice Bartozzi. “En los 80, a lo mejor un 10% de los estudiantes eran mujeres. Eso significaba que cuando te unías a algún laboratorio, podías encontrarte a una o dos mujeres como mucho. Éramos una gran minoría, por lo que intentábamos apoyarnos mutuamente. Nos reuníamos mensualmente. Como en aquel momento no existía Internet, hacíamos carteles y pósters para hacer publicidad de nuestras reuniones. Pero, en cuestión de horas, estaban llenos de pintadas e insultos sexistas. Era muy hostil”.
Fuente:https://shangay.com/2022/10/13/premi...ozzi-lesbiana/
