Jordi Petit — IRAN, asignatura difícil

Jordi Petit

Implicar a la diplomacia

La solidaridad internacional con homosexuales y transexuales necesariamente debe recaer en aquellos países donde mayores cotas de libertad han alcanzado estos colectivos, así que éste sería nuestro caso, como tradicionalmente ha sucedido en Holanda. Creo que existe una clara conciencia en nuestra sociedad y entre la comunidad lgtb de la distancia que media entre Barcelona y Teherán, por poner un ejemplo, aunque ello no movilice necesariamente a engrosar el asociativismo. Mucha gente se siente impotente para actuar ante casos como las ejecuciones de Irán. Pero no podemos quedarnos de brazos cruzados. Por una parte las entidades lgtb, junto al voluntariado, deben de poder desarrollar modelos de actuación-denuncia eficaces basados en una gestión resolutiva y profesionalizada. Por otra, en el ámbito internacional ya no basta con ir a protestar ante un consulado o una embajada, ni solamente enviar cartas o emails, cosa que no hay que dejar de hacer y que siempre molesta al país aludido (sobre todo si aparece en sus propios medios de comunicación). Además y sobre todo hace falta implicar a la diplomacia y a los gobiernos de cuantos más países mejor para hacer valer el peso de la protesta de la comunidad mundial.
Otro tema que complementa la solidaridad internacional sería el ámbito de la cooperación con la comunidad lgtb en los países en vías de desarrollo, reto pendiente de las ong’s de cooperación españolas que no abordaré en este artículo.

El imperialismo como excusa

Tal como el régimen iraní ha presentado su última campaña de “limpieza” de las ciudades contra la “inmoralidad”, se desprende un elemento nuevo respecto de anteriores ejecuciones que siempre fueron opacas y con menor difusión. Ahora se nota un nuevo talante, se hace alarde público de la represión, como para dar “ejemplo” (no sabemos si solamente hacia los iraníes, pero no cabe duda que sus dirigentes saben de la atención mundial que su país concita).
La tipificación de la religiosa legalidad iraní mezcla delitos comunes con pecados, sean éstos últimos el adulterio, la sodomía (homo o hetero) y la homosexualidad (generalmente asimilada con la violación de menores). La información recibida respecto de las últimas ejecuciones y los numerosos detenidos, (3.500 desde fin de mayo según TETU y cuya suerte a día de hoy desconocemos), no permiten mayores detalles, ni conocer la identidad de las víctimas, ni menos los juicios habidos ni porque razón se ha encausado a cada cual.
La suspensión reciente de la publicación Shargh por entrevistar a la escritora iraní Saghi Ghahraman exiliada en Canadá que defendía la homosexualidad, nos da una doble clave. El régimen abomina de la libertad sexual e identifica la protesta contra la persecución de la homosexualidad y el adulterio como un instrumento norteamericano e imperialista contra Irán. Esta campaña de “limpieza moral” ha sido ampliamente difundida por los medios iraníes, tiene gran eco popular, y como dice el último ejemplar de la publicación francesa TETU, que dedica un serio reportaje a estos hechos, “cada ahorcamiento aumenta un poco más el prestigio del presidente Ahmadinejad, cuya cota de popularidad es inversamente proporcional al aumento del precio de la gasolina”. Y es que como declara a TETU Saghi Ghahraman, la suspensión de Shargh por parte de las autoridades es una forma de callar las críticas: “Las elecciones se acercan, el gobierno pondrá las cosas difíles a la prensa y a las libertades individuales”.

De ahí, dada la tensión actual en la región se deriva la complejidad de separar política internacional y defensa de los Derechos Humanos. Por el contrario, esas detenciones de “inmorales” ampliamente publicitadas en los medios de comunicación de aquel país, distraen a la población de las delicadas negociaciones entre Irán y la Agencia Internacional de la energía atómica y de paso reafirman la autoridad del estado, según insiste TETU. El régimen iraní convierte cualquier protesta diplomática en una amenaza imperialista. Por otra parte, no hay visos de superar los atávicos prejuicios sociales del homosexual visto como pervertidor, ni tampoco de erradicar el sumiso papel de la mujer. Todo ello sumado hace de Irán una asignatura difícil.

Poco eco de las protestas

La CGL y la FELGTB, en plena desmovilización del verano, ante las ejecuciones de Irán han actuado con la máxima diligencia, concentración ante la embajada iraní en Madrid (recogida por varias televisiones), comunicados de prensa (con escasa repercusión) y petición al Gobierno y a la Unión Europea de posicionarse de forma rotunda. Hubo algunas otras acciones, pocas, en varias ciudades del mundo, París, San Francisco, Santiago de Chile, Moscú, Colonia.. Tras las imágenes de las víctimas ahorcadas el tema ya no tuvo mayor repercusión en los medios de comunicación y las posteriores palabras de condena del presidente de la UE o el claro rechazo del Gobierno español casi no obtuvieron eco alguno. En definitiva esperábamos más y aunque la protesta difícilmente detendría esas ejecuciones, el compromiso diplomático ha sido insuficiente antes y después de las mismas.
En el diálogo entre culturas y pueblos Europa debe aportar sus valores de respeto a las libertades personales al mismo nivel que el derecho a la libertad de los diversos cultos, ambas condiciones deben de ser compatibles. La aceptación de la pluralidad está en la base de las sociedades venideras.

Tenacidad

¿Qué hacer en el futuro?. Insistir en la exigencia de posicionamiento rotundo de la UE ante el mundo para liderar la oposición internacional a la pena de muerte y a la persecución por razón de orientación de sexual e identidad de género. Implicar a todo tipo de entidades y ong’s desde cada país para que se sumen a esta petición, pedir al Parlamento Europeo y al Consejo de Europa igual compromiso, sea ante Irán, Nigeria o donde se nos lleve al cadalso o a la cárcel.
La tenacidad y la perseverancia han sido recompensadas a pesar de las derrotas parciales o los momentos de inmovilismo, como muy bien hemos experimentado en nuestro país. La solidaridad internacional lgtb tiene un largo camino por delante y cuenta con experiencia y éxitos suficientes. Desde 1969 hemos pasado de ser delincuentes en casi todas partes a ser legales en la mitad de países del mundo y ya hace años que la Organización Mundial de la Salud borró la homosexualidad de la lista de enfermedades. Disponemos de instrumentos como Amnistía Internacional e ILGA (www.ilga.org), así como de cierto peso en las instituciones europeas y hasta acabamos de conseguir voz testimonial en Naciones Unidas. En definitiva, vale la pena insistir e insistir, vale la pena protestar.

Jordi Petit
Ex-secretario general de la Asociación Internacional de Lesbianas y Gais (ILGA, 1995-1999). Autor de “25 años más, una perspectiva de pasado, presente y futuro del movimiento lgtb” (Icaria Editorial) y de “Vidas del arco iris (Historias del ambiente)” (Ed. De Bolsillo).


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